domingo, 10 de mayo de 2020

La derrota de los verdugos

Por: Mauricio Bustamante Rivero


Vamos a imaginar dos caminos que se hacen al andar. El camino más corto, está teñido de un color verde opaco. Es húmedo, desdibujado y transmite un olor fuerte a pintura látex, como si un jet alquilado lo recorriera todas las noches retocándolo de punta a punta. Los ojos más acuciosos intentarán saber por qué y a quién le interesa sobreexponer ese verde grisáceo a otros colores. Esas miradas no se van a conformar con una cotidianidad sospechosa. A pesar del riesgo, comenzarán a investigar la historia y los últimos acontecimientos, los van a escribir para que existan y, posiblemente, los expongan públicamente. En la ruta tomarán fotografías que contrastarán con las del álbum familiar y las de la hemeroteca, para determinar después de algún tiempo los colores prohibidos: el blanco de las casas, el rojo de las rosas, el amarillo del sol, el violeta de las feministas, el naranja de los mercados, el azul del cielo, el verde vivo de los árboles. Verán sin vendas el mundo como es, con sus pinceladas de maravilla pero también con sus peores defectos. Allí se abre paso un momento íntimo, estas personas comenzarán a inspirarse para cambiar el mundo. Se organizarán para imponer de moda el amor y la solidaridad en los tiempos difíciles. Descubierto el velo de las cosas, la razón de esa pintura que a muchas personas trae tantos y tan malos recuerdos, sólo queda actuar sin miedo para recuperar el arcoíris.



En el camino largo, todos los colores son parte de la vida. Los encuentras allí en el día o en la noche: está el blanco de las casas, el rojo de las rosas, el amarillo del sol, el violeta de las feministas, el naranja de los mercados, el azul de las estrellas, el verde de las hojas. Cada día las personas ven sus colores distintos y respetan su dignidad mutua. Un mismo ideal las une por un desafío mayor. Saben que no todo está bien, que así como observan en las redes la desdicha de otras personas, en su realidad también pasan cosas y hay quienes eligen no tener principios ni cerebro. Por eso la revolución cultural les parece lo mejor para vislumbrar sus perspectivas de futuro. Este desafío les brinda la entereza necesaria y una esperanza inmutable para seguir adelante.

Sin embargo, más allá de estos caminos poco convencionales de la imaginación, quiero contarles que me he planteado andar por alguno. Con los años descubrí que la vida depende de las elecciones y decisiones que asumimos. Por eso una curiosidad infinita me atrapa: averiguo historias, saco fotos, leo libros, discuto diferentes posiciones, converso con la gente, contrasto todo y ahora escribo estas líneas.

El verde claro/grisáceo/negro del régimen que disparó, dispara y amenaza, no me representa. Prefiero la diversidad de colores y un futuro donde quepan muchos mundos. A la luz de la experiencia latinoamericana, me atrevo a pensar que con esfuerzo, claridad y una dosis de suerte, derrotaremos a los verdugos. 

sábado, 9 de mayo de 2020

Golpe tras golpe

Por Canela Crespo Sánchez (@canela_cs) -.



El mundo se ocupa de afrontar la crisis sanitaria que surge a partir de la pandemia del Covid-19 y significa un freno a la vida como la conocemos. Muchas cosas han parado en distintas latitudes: los restaurantes, los cines, el fútbol, las misas… Y otras no. No paran, por ejemplo, las agresiones contra el pueblo venezolano.

Con los ojos del mundo ocupados con el coronavirus, “los de siempre” mandaron a mercenarios entrenados a matar al presidente Nicolás Maduro. Esta vez, y a diferencia de veces anteriores, ni siquiera se esmeraron en disfrazar la acometida con un concierto (que podía ser virtual), ni con influencers o generadores de opinión pública posicionándose a favor de un golpe de Estado. Lo intentaron a plena luz del día y con el silencio cómplice de los medios de comunicación y de los Estados.

Creo que no se puede ser políticamente correcto cuando se habla de Venezuela y que hay mucho margen para ser crítico con el gobierno de Nicolás Maduro, pero también estoy convencida de una cosa: y es que, en la permanente arremetida contra su soberanía, el pueblo venezolano es admirable y heroico en su resistencia.

Hablo desde lejos y sin conocer Venezuela. Pero también hablo muy poco después de haber vivido un golpe de Estado en mi país. En Bolivia, la movilización de las organizaciones sociales no fue lo suficientemente fuerte y eficiente para frenar a los grupos paramilitares y a las fuerzas públicas represoras que lograron destituir al gobierno constitucional de Evo Morales en noviembre de 2019. La pregunta resulta inevitable: ¿por qué Venezuela sí resiste?

En la última semana, la unión cívico-militar-policial bolivariana desmanteló una incursión en territorio venezolano que provenía de varios puntos de la frontera con Colombia. Muchos de los detenidos declararían luego que habían sido entrenados durante varios meses con el objetivo de capturar e incluso matar al presidente Nicolás Maduro. La primera línea de resistencia a esta y a cualquier arremetida es el pueblo.

En Venezuela existe un sistema de Consejos Comunales y Comunas que son una forma de organización social, política y económica popular en la que los individuos gestionan diversas instituciones de autogobierno. Este es el mejor escudo ante las agresiones a la soberanía popular. De hecho, es así que parte de los terroristas detenidos en los últimos días fueron entregados a las fuerzas militares por pobladores, pescadores y agricultores organizados comunalmente.

Las Comunas y los Consejos Comunales, al ser instituciones de diálogo, son espacios de empoderamiento y discusión, en las que el sujeto político no es el individuo, sino el colectivo. El Poder Popular emerge en lo colectivo asambleario y exige autonomía y descentralización frente al Estado.

Si bien en Bolivia hay un alto nivel de politización y articulación de la población en torno a organizaciones sociales, no se ha propiciado, ni siquiera desde el gobierno de Evo Morales, un tejido comunitario autónomo que sea corresponsable de la gestión pública. Si así hubiera sido, quizás ese tejido hubiera podido irradiarse en las fuerzas policiales y militares y se hubiera evitado el golpe de Estado de noviembre. Creo que es necesario, también a manera de autocrítica, reflexionar con humildad sobre lo que mantiene vigente, a pesar de todas sus dificultades, a la Revolución bolivariana de Venezuela y lo que no pudimos concretar para defender la Revolución Democrática y Cultural en Bolivia.

Hay analistas que leen que en Bolivia hubo varios momentos de intento de golpe de Estado a los gobiernos de Evo Morales. Creo que los niveles de presión internacional no fueron, en ninguno de ellos, tan intensos como los que sufre Venezuela permanentemente hace ya varios años. Hugo Chávez creía que son las lógicas comunitarias las que van a construir y sostener las revoluciones y apostó por ellas. Con el ejemplo venezolano, el reto para las organizaciones sociales en Bolivia, con un gobierno popular o sin él, es el mismo: crear redes comunitarias fuertes que obliguen a compartir la gestión y la administración del Estado.


Carlos Mesa tras la sombra



Por: René Barrón Watteroth.
El Estado como un botín de guerra, los contratos con carácter de confidencialidad para las fuerzas Armadas y la policía, el Fondo Monetario Internacional (FMI) gravitando en la política económica del país, los reiterados anuncios del reinicio de relaciones diplomáticas plenas con los EEUU, las llamadas de los representantes del tío Sam, las donaciones, la inestabilidad política, la crisis económica, el anuncio de crear empleos para 600 mil personas, etc.; nos retrotrae a las mismísimas épocas del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, a la época en que las decisiones no se tomaban en el Palacio de Gobierno, sino venían redactadas en inglés, que la burocracia gubernamental se dedicaba a traducirlas y a aplicarlas como un recetario.

Pensar que el imperialismo no se percata de que los bolivianos estamos teniendo un “deja vu”, sería iluso, seria subestimar los atributos que le permitieron estar a EEUU donde ha permanecido durante el último siglo. Pues sus agentes, como Erick Foronda asesoran al actual #GobiernoDeFacto, no ignorando la realidad boliviana, tampoco su quizá poca pero existente memoria histórica. Ellos saben el efecto que puede tener en la sociedad boliviana, el hecho de haber roto el orden Constitucional con el ascenso de alguien que hasta antes de ello era completamente desconocida, saben del efecto que hay en que el gobierno ponga sin mucho disimulo a agentes norteamericanos como asesores, saben del efecto que se acuda a créditos con el FMI, se usen los bienes del Estado como si se tratase de bienes a nombre de la que actualmente preside el país y que se establezcan diálogos con el gobierno de EEUU en medio de la latente discusión en torno al Litio; todo esto y mucho más lo saben, pero ¿Porque no hacen nada para colaborar con un gobierno que les es completamente servil? ¿Por qué no hacen el mínimo esfuerzo en ayudar al gobierno a ocultar todas sus falacias?

Antes de responder estas interrogantes planteadas, procedamos a analizar el rol de un personaje que desde el #GolpeDeEstado, ha permanecido tras las sombras, ese personaje que con sus reuniones en Brasil, en Salta-Argentina fue uno de los principales  nexos y coordinadores detrás de ese golpe de Estado: Carlos Mesa Gisbert.

La actividad conspirativa de este personaje fue bastante intensa hasta consumado el golpe, pues este se convirtió en el principal punto de convergencia de la oposición, mientras el oponente político (el Movimiento al Socialismo MAS) perdía el control sobre la realidad del país y se encerraba en torno a un liderazgo que quedó atrapado entre aduladores, tránsfugas  y gallos de media noche.

Podría creerse que Carlos Mesa al haber pugnado por ir a segunda vuelta en las elecciones generales del Noviembre de 2019 (muy contraria a la línea del resto de la reacción) y no haber sido escuchado, significo que este fue utilizado. Pues esto sería también caer en el juego de subestimar a uno de los personajes más sutiles, útiles y serviles para el imperialismo; ya que esa fue en de las formas más astutas e inescrupulosas de quitarse de encima cualquier rastro y olor del golpe de Estado. Con la jugada de la segunda vuelta y la aparente desligazón del golpe y sus consecuentes consecuencias como la mascare de Sacaba y Senkata, las persecuciones políticas, las detenciones, etc., quedo con la imagen que toda su vida se esforzó en moldear: El concertador, el “inteligente”, el más razonable.

Permaneció con perfil bajo (aun lo hace), cuando aparece hace declaraciones que aparentan no tirar para ningún de los bandos, sino pretenden tenerlo en el medio, en el espacio del concertador. Cuando sale a mostrarse en la palestra, tal como lo hizo en su última intervención, lo hace criticando al MAS tratando de mostrar distancia del gobierno de facto, pues sabe que en gran parte de la población quedo impregnada la macabra imagen que se construyó en torno al gobierno de Evo Morales a través de los medios de masas, y está plenamente consciente que el actual gobierno no tiene chances de ser un oponente electoral al MAS, por todo lo descrito de forma genérica en el primer párrafo del presente texto. Es decir prefiere no salir y exponerse para no impregnarse de los defectos de ninguno de los contendientes electorales, pues el trabajo sucio esta hecho, se aprobó el decreto que otorga a las contrataciones de los aparatos represivos carácter de confidencialidad, ya tenemos de nuevo en la vida económica del país al FMI y estamos viviendo un crisis democrática más paupérrima que en la del gobierno del MAS. Se escuchará decir a muchos de nuestros ilustres analistas políticos y toda la masa reaccionaria del país: Él (Carlos Mesa) es ahora la opción más “equilibrada” y la única opción más razonable al MAS.

Si Carlos Mesa llega al gobierno no necesitará aplicar medidas traumáticas, pues ya se las abran aplicado el actual gobierno desechable de Jeanine Añez, de esta forma se responden las interrogantes planteadas, ya que Carlos Mesa seria el salvador del país, uno al servicio de los EEUU sin aparentemente tener nexos visibles con el norte.
Muchos cuestionarán y dudarán en que el gobierno de facto no puede ser tan estúpido como para exponerse sin darse cuenta que está siendo utilizado por el imperialismo, pues deberíamos preguntarnos también: ¿Qué se puede esperar de gente que jamás había imaginado tener el gobierno y de un día para otro tuvieron control del enorme aparato que dejo el gobierno del MAS?
Una prueba tangible, de la facilidad en que el gobierno actual cumple el rol de tonto útil, es la forma en que procedió a responder la ley de postergación de las elecciones: ¿Si fueran consecuentes con su discurso, no hubiesen esperado el plazo máximo para mandar las observaciones respectivas a la Asamblea?
Con esta última pregunta, también sale a la luz el adormecimiento del MAS, que a pesar de las derrotas sufridas en el campo político, sigue sin ver la realidad y cayó en la trampa y juego diseñado por el imperialismo, que como candidato preferido tiene a Carlos Mesa, ultimo que es muy cercano al Salvador Romero – Presidente del Tribunal Supremo Electoral, cabe resaltar. Tiene el imperialismo a Tuto Quiroga que sirve de catalizador para que el gobierno de facto, Fernando Camacho mantengan un discurso radical e incluso impopular, pero útil para Carlos Mesa su centrismo y oportunismo político a nombre de concertación.