martes, 27 de octubre de 2020

LUCHO ARCE Y EL RETORNO A LA DEMOCRACIA

 

Por: Marco Antonio Nina Palli



La elección general del 18 de octubre fue uno de los hechos políticos más intensos y de gran incertidumbre que vivió Bolivia en el siglo XXI, producto de una población polarizada que fue generada por diferentes elementos coyunturales e, incluso, históricos. Aquí debemos ser objetivos para poder generar un marco interpretativo real. El MAS en su gestión de casi 14 años se fue desgastando naturalmente, como cualquier partido político que detenta el poder por mucho tiempo; pero principalmente, fueron los hechos de corrupción y el intento de modificar la norma jurídica, repostulación, las que terminaron de desgastar aún más la imagen del proceso de cambio.

Entonces, en los hechos lo que ocurrió fue una lectura errónea de la realidad, sobre las percepciones de un sector poblacional y la falta de atención sobre las experiencias de reelección que vivió Bolivia, especialmente de Siles Reyes y Paz Estenssoro. Estos elementos son los que permitieron a la derecha la construcción de un eje discursivo para descalificar y desvalorizar el proceso de cambio. Por otra parte, el rasgo caudillista del primer presidente indígena Evo Morales estaba provocando dentro de la estructura del MAS, de alguna forma, el letargo de la formación de nuevos cuadros que puedan gravitar en el espacio político o que puedan generar nuevos escenarios políticos. Pero, en realidad lo más riesgoso fue que el proceso de cambio empezó a verse como un rasgo propio de Evo Morales, inseparable de su figura, lo cual ligaba su suerte a la del proyecto revolucionario, hecho que seguramente será discutido en los siguientes años.

Los elementos históricos, son aquellas relacionadas con los problemas profundos enraizados en casi cinco siglos. Autores, como James Malloy; Alcides Arguedas; Rene Zabaleta; Sergio Almaraz; y varios, hablan sobre las dos bolivias, cada uno con sus propias categorías. Este problema no solo es regional, sino también rural y urbano; estas diferencias, hacen que no podamos construir una identidad nacional, del mismo modo, el racismo es un elemento que provoca una incisión entre la población boliviana. Es decir, es totalmente falso la retórica de la derecha, que tanto el proceso de cambio y el MAS son los responsables de la división societal de Bolivia. El hecho de que se reivindique aquellos derechos del horizonte histórico de nuestros movimientos sociales e indígenas, no permite argumentar que estos problemas profundos, que por esencia claramente te demuestran lo contrario, son generados y profundizados desde el MAS.

¿Monumental Fraude Electoral?

Ahora, los resultados de las elecciones del pasado 18 de octubre, te permiten explicar de forma contundente los hechos sucedidos en este último año, especialmente de octubre y noviembre del 2019. Primero que nunca hubo un “fraude monumental” y segundo que existió un “Golpe de Estado”. Hasta ahora, existen varias publicaciones, investigaciones y análisis que sostienen, incluso, científicamente que no existió fraude y que dejan entre dicho el informe de la OEA. Esta determinación de la OEA sobre las elecciones de octubre del 2019, es la piedra angular de la retórica del “monumental fraude” de políticos y analistas adversos al MAS.

El informe de la OEA se limitó a realizar una auditoría del TREP, que no es un conteo definitivo ni legal, y con un universo de análisis de 4.652 actas, que pertenecen a las zonas rurales. Según el informe, se encontraron 226 actas “irregulares” de las 4.652 actas analizadas, es decir, el 4.8% de 4.652 actas. Entonces, la OEA concluye afirmando que el total de estas 226 actas, 0,24% del total de actas, son las que permitieron dar la victoria al MAS en primera vuelta; pero, si suponemos que el total de votos de las 226 actas, recordemos 0,24% del total de actas, corresponden a Comunidad Ciudadana (CC), el resultado del proceso electoral es 46,83% para el MAS y 36,75% para CC, dando la victoria al MAS de igual forma. En ese sentido, algunos hechos y los resultados de las elecciones del 2020 marcan serias contradicciones en el accionar de la OEA y sobre las 226 actas que fueron observadas como “irregulares” por tal organismo, en octubre del 2019. Primero, la OEA respalda la suspensión del nuevo Sistema de Difusión de Resultados Preliminares (DIREPRE) ante fallas técnicas; pero en 2019, el cuestionado sistema TREP, recordemos no vinculante, sirvió para desacreditar un proceso electoral y poner en vilo su transparencia; Segundo, las 226 actas observadas como “manipuladas” concuerda claramente con los resultados obtenidos en el las elecciones del 2020, según el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG): https://bit.ly/3ov2N4K

Estos elementos confirman los estudios realizados por: Jack Williams y John Curiel, MIT Election Data and Science Lab; Francisco Rodríguez, economista, Universidad de Tulane; Dorothy Kronick, politóloga, Universidad de Pennsylvania; y Nicolas Idrobo, estudiante de doctorado, Universidad de Pennsylvania.  Estos estudios, publicados en el The New York Times y The Washington Post, sostienen que los patrones de votación son perfectamente explicables. Por otro lado, si realizamos un estudio comparativo sobre el comportamiento histórico electoral en el tramo final de conteo, incluso en el referéndum del 21 febrero del 2016, encontraremos que la tendencia del MAS deja de ser constante y comienza a acrecentarse, esto es debido a que los votos rurales, que tradicionalmente votan por el MAS, son más lentos de escrutar por la geografía e infraestructura que cuenta.

El 24 de agosto de 2020, The Center for Economic and Policy Research (CEPR), en su página web, publicó que en el informe final de auditoria de la OEA sobre las elecciones de Bolivia, 2019, presenta un error fatal en el análisis de los datos, donde los datos de las marcas de tiempos estaban ordenas alfanuméricamente, ya que la explicación de la alusión de la OEA, “un cambio drástico y difícil de explicar en la tendencia de los resultados preliminares”, debía ser analizada en orden cronológico de los datos y no en orden alfanumérico, para más información: https://bit.ly/35xoh8v

En conclusión, en las elecciones del 2019 no existió fraude. El informe de la OEA no aporta prueba alguna que pueda resultar definitiva para demostrar el supuesto “fraude”. En efecto, los resultados de las elecciones del 2020, MAS 55,10% y CC 28,83%, corroboran que no existe otra explicación que no sea efectivamente que el MAS sacó el 46,97% en las elecciones del 2019 y para que logre el 55,10%, del 2020, jugaron otros elementos que más adelante desarrollare.

¿Golpe de Estado?

En primer lugar, tenemos el rol de la Policía Boliviana a partir del amotinamiento, 8 de noviembre de 2019, aludiendo que dicha acción era un acto de protesta por las precarias condiciones en las que se encontraba la institución verde olivo, de esta manera, pidieron la renuncia del presidente Evo Morales. Este hecho, ocurre en medio de protestas urbanas por el supuesto “fraude”, a nivel nacional, donde el rol de la policía era necesario para mantener el orden público y proteger los derechos constituciones de quienes no compartían la realización de estas movilizaciones. De hecho, se pudo observar que la Policía terminó subordinándose, por intereses, a los comités cívicos, quienes habían aprobado el 100% de jubilación para la institución policial, en consecuencia, los miembros policiales permitían y apoyaban cualquier acto que iba en función de sus intereses: ausencia del orden público, quemas de casas de dirigentes y autoridades del MAS, protección a grupos irregulares. Por lo tanto, La Policía Boliviana termina trasgrediendo los Artículos 252 y 253 de la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia (CPE).

Si bien el mundo durante el tiempo se fue modernizando, también lo hizo los modos en el que se realiza un Golpe de Estado, hecho que se estudia en la ciencia política y es conocida como neogolpismo en el cual, entre varias características, podemos mencionar que el simple hecho que el jefe de las fuerzas armadas pida públicamente al presidente que renunciara, se trata de un Golpe de Estado porque de por si la declaración conlleva una amenaza implícita de violencia, ya sea por parte del propio Ejército o por parte de los manifestantes que no serán detenidos por los militares. De esta manera, las FFAA incumplieron con la CPE, principalmente los Art. 246 y Art. 247, donde se indica que esta institución no delibera y que depende del mando del Capitán General del Estado (presidente). Por otro lado, según la teoría, un Golpe de Estado no solamente participan militares, sino también civiles e, incluso de forma indirecta, elementos externos a la nación.

Ahora, luego del Golpe de Estado, el gobierno de facto y algunos analistas, con la ayuda de la corporatividad comunicacional funcionales a las viejas oligarquías, propugnaron la teoría de que nunca hubo un Golpe de Estado, arguyendo que fue una sucesión constitucional y por la plena vigencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Durante el paso del tiempo, ninguno de los dos argumentos pudieron sostenerse por el mismo accionar del gobierno de facto: Primero, no hubo sucesión constitucional porque no se leyó las cartas de renuncia, según reglamento, del presidente, vicepresidente y presidentes de ambas cámaras de la ALP, debido a que no se permitía ingresar a Plaza Murillo a los legisladores; Segundo, la vigencia de la ALP siempre fue virtual o algo simbólico, debido a que las leyes aprobadas por la Asamblea era cumplidas en tanto convenga al poder ejecutivo, incumpliendo en muchos casos lo que señala los Artículos 164 y 165 de la CPE. En todo caso, como ya se señaló las nuevas formas de dar Golpes de Estado como el neogolpismo, lo que ocurrió técnicamente en Bolivia, no se rigen o no se caracterizan, en términos absolutos, a las formas que tradicionalmente se daban los Golpes de Estado.

https://bit.ly/3e31rJz Militares colocando la banda presidencial a la “sucesora”, imagen simbólica del Golpe de Estado.

¿Por qué ganó la Luis Arce Catacora?

El accionar de la derecha conservadora en el poder coadyuvó de forma inconsciente en el reposicionamiento del MAS. El mal manejo económico y de la salud, con más de 8000 fallecidos víctimas del Coronavirus, demostraron en unos cuantos meses un nivel de incapacidad de gestionar la cosa pública, no por nada los analistas, después de conocer los resultados de las elecciones del 2020, a manera de justificar sus análisis inequívocos y pretenciosos de “Voto Útil”, responsabilizaron al gobierno de Añez por sus innumerables desaciertos políticos y hasta llegaron a sostener, lo que muchos ya sabían, que el gobierno de Añez es el peor gobierno de la historia de Bolivia, comparándolo con el gobierno de Luis Garcia Meza. En efecto, ya se puede tener una idea de por qué el más gobernó los 14 años con una oposición incompetente sin propuestas, sin argumentos y sin un proyecto de país. Por otro lado, los hechos de corrupción demostraron que la derecha, apenas tuvieron la oportunidad de estar en el poder, no había cambiado nada de lo que era en los años 90, que mantenía los mismos vicios y falta de capacidad de entender y leer a Bolivia más allá de los centros urbanos.

El gobierno de facto, conjuntamente con toda la derecha de Bolivia, se encargó de refrescar la memoria a la población boliviana, pero particularmente a los sectores populares, campesinos, obreros, la nueva clase media y de aquellos desencantados del MAS. Les refrescaron la memoria de lo que significa tener un gobierno de derecha, que trato de instaurar el modelo económico neoliberal: sometiendo al estado a las políticas del FMI, reduciendo el tamaño del estado, reducción de la inversión pública, desregulando el Sistema financiero (encaje legal y tasas de interes), concesiones a privados en detrimento de las empresas nacionales, nuevas formas de privatización con modificaciones de contratos y nombramientos del CEO en función a los intereses de las transnacionales (YPFB), aplicación del método de Harvard Bon-Sei (aplicado por Doria Medina, 1992) en las empresas estatales (BOA y Teleférico) y el cierre directo de la planta de UREA. Estas medidas, que no correspondían a las funciones de un “Gobierno de transición”, estaban en contra corriente a lo que el mundo estaba realizando en materia económica, donde el estado debía asumir mayor protagonismo en la intervención sobre la economía y, por otra parte, salir al rescate de las empresas privadas, algo totalmente cuestionable porque cuando el estado necesita de las empresas e inversión privada estas brillan por su ausencia. Es decir, todas las medidas tomadas por el estado militar policial, especialmente durante la cuarentena, fueron en desmedro del sector popular.

Ahora bien, las lecturas de la realidad tanto del MAS y de sus adversarios fueron totalmente distintas. Por un lado, el MAS hizo una lectura correcta de los sectores en el cual debía consolidar sus votos, hubo la capacidad de interpretar donde se estaba generando y focalizando estas nuevas necesidades económicas y sanitarias, producidas por la pandemia; Por otro lado, CC se limitó a confiar en los centros urbanos donde se creía que “los pititas” era la mayoría hegemónica del País, esta miopía refleja un problema más profundo que una simple interpretación sobre la clase media, alta y blancoide, como que no pueden ver más allá de sus círculos sociales en las que se relacionan y que Bolivia es más grande que un barrio burgués; sino, que aún persiste aquel pensamiento colonial, donde buscar la ascendencia social y mantener estilos de vida o lugares privilegiados, han llevado que la clase pudiente se distancie de los otros grupos sociales históricamente mayoritarios (Clase media baja, popular o la muchedumbre mestiza, según Guillermo Lora), se puede decir, que se distanciaron de Bolivia.

La estrategia electoral del MAS, durante su campaña, terminó apuntalando su propio voto duro, recuperando los votos de aquellos desencantados del MAS y seduciendo al voto indeciso. Esta campaña fue llevada a cabo en los sectores circundantes y periurbanos de la ciudad, sin mencionar que también visitaron municipios, es decir, existió un real contacto con la población, como debe ser una campaña. En la vereda del frente, la campaña en términos de movilización se limitó a los centros urbanos, sobrevalorando la idea del “Voto Útil”.

En lo discursivo, mientras el MAS planteaba soluciones, como propuestas, a una gestión que estará signada de una crisis económica (Desempleo, reactivación del aparato productivo y la demanda interna, deuda externa, déficit fiscal, etc.), estrategia discursiva bastante obvia. En cambio, Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho y demás apostaron por un discurso contra el MAS, según ellos, el óbice de la democracia. En ese sentido, sin poder encontrar una fórmula única electoral anti masista, hasta se llegó a discutir quien había hecho más para provocar la salida de Evo Morales, hecho que raya la falta de respeto que se tiene hacia el electorado boliviano por la falta de seriedad e inteligencia.

En consecuencia, este discurso contenía una miopía racista, donde no llegaron a entender o su sentido de clase no les permite entender, que no solo se hostigaba contra el MAS, sino también contra todo un tejido social complejo que caracteriza a Bolivia. De esta manera, se relacionó a este tejido social complejo como simples masistas, por ende, hordas salvajes e ignorantes que no son racionales, así, justificando porque estos sectores votan y apoyan al MAS; Por otro lado, también existió una forma de violencia simbólica cuando se procedió a quemar wiphalas y agraviar a las mujeres de pollera. En los hechos, este accionar de la actual oposición fue un elemento unificador de los movimientos populares, indígenas, campesinos y de aquellos que no se identificaban con el gobierno de facto.

El análisis del “Voto Oculto”, era evidentemente clara, pero analistas y encuestadoras preferían pergeñar sus análisis hacia otra dirección, porque de hacerlo de forma real y consciente entrarían en contradicción con el correlato discursivo de un estado democrático, no racista y no clasista. Es decir, el voto oculto y silencioso, encuentra su explicación en una coyuntura totalmente intolerante en el que se encontraba Bolivia, donde se estigmatizaba el hecho de ser masista o identificarse como masista era sujeto a insultos, injurias y calificativos de toda índole. La no aceptación de esta realidad llevo a realizar encuestas y conjeturas totalmente distorsionadas a la realidad o muy alejadas a lo que se percibía en las calles.

Resultaría bastante injusto, si no menciono la figura de Luis Arce Catacora, conocido mundialmente como el padre del milagro económico de Bolivia, aunque a muchos no les agrade la mención, la realidad es que Organismos Internacionales elogiaron el manejo, principalmente, macroeconómico de Bolivia. Incluso, debemos añadir que el candidato del MAS resultó ser versátil cumpliendo con el Índice de Greenberg, clave en campañas electorales: que la gente la sienta cercano, que la gente lo sienta capaz y que la gente sienta que habla de sus necesidades. Según Max Weber, un político debe tener tres virtudes: pasión, sentido de responsabilidad y mesura, entonces, también hay que analizar a Luis Arce de ese modo. Todo esto sin olvidar lo importante que es tener carisma, pero natural, algo que definitivamente sobró en el candidato del MAS y que faltó en el candidato de CC.

En conclusión, la victoria contundente de Luis Arce Catacora es el retorno a la democracia, dejando en claro que resulta pueril seguir sosteniendo el discurso del “monumental fraude”, “lo democrático del Voto Útil”, “la existencia de gobernabilidad en un Gobierno de Pacto” y “14 años de fraude”, retóricas que aún se utilizan en los ámbitos académicos, como universidades, donde se sigue tratando de inyectar mística a los “21 días” y “La revolución pitita”, que semánticamente no tiene nada de revolución y que solo fue la restauración de los modos racistas y coloniales, donde se tiene la concepción que hay muertos de primera y muertos de segunda, haciendo alusión al silencio comunicacional y la falta de empatía sobre las masacres, las más indignantes, de Senkata y Sacaba. En los hechos, los que forman parte, apoyaron y apoyan al movimiento pitita solo provocaron que Bolivia se encuentre con un desgobierno total, en una situación mundial crítica.

En América “…Bolivia ha amanecido, Ecuador va a amanecer y Chile amanecerá…” Juan Carlos Monedero

*Militante de Columna Sur