martes, 14 de noviembre de 2023

El germen del fascismo, Milei y Massa en el último debate

 Por: Mauricio Bustamante Rivero*

EL FASCISMO Y LAS MEDIDAS DE AJUSTE ESTRUCTURAL

Un viernes 9 de julio de 1976, en un artículo denominado ¿Qué fascismo?, el pensador boliviano Marcelo Quiroga Santa Cruz, escribió: “Toda sociedad capitalista desarrollada contiene alguna forma de fascismo embrionario. Que este germen monstruoso eclosione o permanezca como una latencia amenazante, depende de un clima económico en crisis y de sus resultantes sociales y políticas que lo incuban y estimulan hasta su plenitud devastadora”. Este fragmento puede hacer retumbar las cabezas analíticas más acuciantes de nuestro medio. 

El mundo vive desde hace más de 500 años bajo el predominio de un sistema capitalista que, en función a la mano invisible del mercado, genera profundas desigualdades sociales y crisis episódicas que muchas veces lo han llevado al borde del colapso; surge allí la mano salvadora del Estado al que menosprecian desde siempre, para “prestar” dinero a los bancos y a las élites ante su inminente quiebra. No ocurre lo mismo con las clases medias y populares, a quienes se les carga toda la crisis, a través de las recetas de la reducción del gasto público, reducción del gasto social, flexibilización laboral, despidos masivos, despojo de las viviendas sociales, afectación a la seguridad social, etc. 

Estas medidas propias del ajuste estructural, encuentran progresivamente, una resistencia popular en procura de restablecer sus derechos, lo que ocasiona que la clase conservadora, opte por estrategias más verticales y autoritarias. Las medidas de shock se inscriben precisamente en este escenario; buscan generar climas sociales de miedo para que la población asuma como necesarios los matices autoritarios. Por eso no es desmedido pensar como bien señalaba Chomsky, que incluso la pandemia de la COVID – 19, fuera un fenómeno previsible y evitable si se asumían medidas más pertinentes y más oportunas. ¿Por qué no se asumieron disposiciones de recaudo? ¿No se tratará más bien de algo premeditado? La pandemia generó un escenario de enclaustramiento, de control militar respecto del encierro de las personas. Lo llamativo es que, en las crisis políticas subsecuentes, las respuestas también han sido más agresivas muy a pesar de los regímenes democráticos: masacres, encarcelamientos, cierre de medios de comunicación, vulneración sistemática de los derechos humanos, etc. 

EL GERMEN INCUBA EN ARGENTINA

Como corolario de esa latencia amenazante, aparecen líderes como Milei, cuya retórica se torna cada vez más agresiva y radical. ¿Cómo se produce esta eclosión en Argentina? ¿Se incuba en el clima actual de crisis económica? ¿Quién ocasiona la crisis? La economía argentina tuvo dos ciclos kirchneristas exitosos en la economía. El tercero hereda un problema que data de la crisis fiscal del año 2008, cuando el congreso rechaza el incremento de las alícuotas de los impuestos a las exportaciones de soya, que beneficiaban principalmente a las empresas translatinas monopolizadoras de los transgénicos. Cristina Fernández redujo los impactos de la crisis global, pero se ganó una fuerte oposición reaccionaria a su política agraria y posteriormente cambiaria, donde se dieron presiones por parte de empresas privadas para comprar dólares en mercados paralelos, afectando gravemente una economía en la que el dólar es parte de la política económica en varios ámbitos. La crisis generada por los sectores reaccionarios que promovieron el ascenso del mercado paralelo, coincidió con la asunción de Macri como presidente, quien como candidato negó tener un programa de derecha, ganando las elecciones por el flanco izquierdo, es decir; mimetizando su discurso con tintes populares. Sin embargo, ni bien asumió la presidencia, el lobo se sacó el disfraz y decidió profundizar la crisis a través de un conjunto de medidas liberales. Retornó el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sus créditos bajo sus condiciones; se puso nuevamente en boga el ajuste estructural, el desempleo, el aumento de impuestos para los pobres y la reducción de los mismos para los ricos, la reapertura al comercio libre y la consiguiente dependencia del aparato productivo argentino, ocasionando el daño al mercado interno, la inflación y la pérdida del poder adquisitivo. 

En ese contexto asumió la presidencia Alberto Fernández, cuyo gobierno estuvo marcado por una crisis interna (el peligro de las condensaciones) para hacer frente a un país endeudado y condicionado. Fernández logró estabilizar los indicadores macroeconómicos, pero estos no se tradujeron en el aumento de ingresos a las y los trabajadores, en un escenario inflacionario incesante. De esta manera campeó la crisis hábilmente ocasionada por la derecha argentina, para que se sienta cada vez y con más fuerza en el bolsillo de la gente. Por eso recuperamos otro fragmento relevante de Marcelo Quiroga: “El término de este proceso encuentra a las clases medias intensamente comprometidas con un proyecto de fortalecimiento del Estado burgués, de cuya acción rectificadora se espera la represión del movimiento obrero, su reimplantación en un sistema de aguda explotación que dinamizará la acumulación de la que esas capas intermedias, cuya importancia cuantitativa es proporcional al desarrollo capitalista, esperan derivar un provecho subsidiario”.

EL FENÓMENO MILEI 

Surge así Javier Milei, el autodenominado libertario portador de una voz radical ante el desconcierto de la gente. El que habla de que recuperará Argentina para los argentinos de bien (léase clase conservadora). Retoma entonces los postulados arriba descritos, la perorata de que el Estado no debe regular nada, el comercio libre bajo la consabida ley de la oferta y la demanda, la reducción del gasto público, la privatización de las empresas y de los servicios sociales, la dolarización de la economía en un contexto absolutamente desfavorable para la mayoría de argentinos y argentinas, el cierre del Ministerio de la Mujer y el retroceso en materia de derechos humanos, derechos sexuales y derechos reproductivos. Elabora su epopeya y se erige como el mesías salvador de una crisis de la cual han sido mucho más responsables sus nuevos aliados. En realidad, el que plantea el miedo como estrategia es él, el que pretende aprovechar el shock, es él, por eso no encuentra otra fórmula mágica que no sea aquella definida por Klein como el capitalismo del desastre: tenemos que pasar de desastre en desastre para recuperar la normalidad nos dice: la pandemia, la guerra y ahora el liberalismo secante siguiendo las recetas de Chicago impuestas por la fuerza desde el Cono Sur, el Plan Cóndor y el golpe de Estado a Salvador Allende. ¿Qué han ocasionado esas medidas aparte de miseria, desigualdad, pérdida de soberanía, libertades y derechos en América Latina? ¿Por qué ahora tendría que ser distinto? La memoria colectiva e histórica demuestran fehacientemente que es la vía equivocada. 

Además, hay que ser honestos respecto al discurso libertario que ahora está de moda con sus características fascistoides incluidas. En su narrativa defenestran al Estado en los temas que les conviene, pero acuden al mismo también cuando les conviene. ¿No ha sido acaso el Estado el mayor socio de la industria armamentística que han impulsado en los países llamados desarrollados? ¿Acaso no corrieron despavoridos los liberales ante el Estado para tratar de paliar la crisis sanitaria generada por la COVID – 19? ¿Es que acaso el Estado no es la herramienta que buscan para salvar a la banca privada, aunque eso implique la eliminación del Banco Central? 

EL DESPLOME DEL “MESÍAS”

Estas son las reflexiones que surgen después de ver el último debate entre Milei y Massa. Vimos a un Mieli salido de sus cabales porque está cada vez más lejos de imponer su criterio como incuestionable. Vimos a un libertario alejado de la realidad argentina, pero cumpliendo el rol que le han asignado en este momento, dar cabida al discurso radical del liberalismo. Brasil en su momento optó por ese camino y no tardaron en elegir nuevamente a Lula Da Silva, pues Bolsonaro cargó la crisis de la pandemia en las clases más desfavorecidas, sumadas las clases medias que creyeron su intervención necesaria. ¿Quiénes perdieron sus empleos y sus emprendimientos? ¿Quiénes murieron en uno de los países con una las tasas más altas de mortalidad por la COVID – 19? 

La encrucijada en Argentina se debate entre el pasado de Videla y del corralito, o la propuesta de ir salvando los problemas sin trastocar el patrimonio que han logrado por muchos años, la reducción de las desigualdades, el avance sustancial en derechos humanos, su rol determinante en la política económica del exterior, las políticas sociales de vanguardia, sus avances innegables en la formación de recursos humanos calificados en todas las áreas. Milei parte del prejuicio de que nada ha servido, desecha que Argentina sea un gran referente en educación, ciencia, tecnología y salud para el resto de la Región. Lo que le interesa es privatizar estos servicios elementales. Sigue viendo a Argentina con los ojos de su tercermundismo, con la nostalgia de que Argentina puede ser la Europa del siglo pasado o el pariente pobre y aliado de EE.UU. para conformarse con las migajas. Ignora a su vez las graves crisis que enfrentaron y siguen padeciendo tanto Europa como EE.UU. ¿Acaso en estos países igual no perecieron en la pandemia los más débiles (el hombre lobo del hombre)?. ¿Y, acaso estos contextos no sirvieron para conducir a estos países nuevamente hacia el fascismo? Por eso ahora las propuestas tienen un tono más agresivo, es la vieja receta de que, si algo no funciona bien por las buenas, habrá que hacerlo por las malas, tal es la premisa básica con la que operan la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado edificado a imagen y semejanza de Kissinger. 

No obstante, en lo que nos ocupa el día de hoy, es importante destacar que fue una jugada magistral que Massa pregunte todo el tiempo a Milei sobre sus propuestas, no simplemente porque sabía que así podía desestabilizarlo, sino también porque esas propuestas son un desastre. Entonces Massa fue hábil para procurar conectar con la gente de a pie que es finalmente la que puede perder mucho en estas elecciones. Dicen por ahí que hay coyunturas en las que la gente vota mal, generalmente es cuando está bien. Pero hay coyunturas en las que la gente vota bien, esto se da generalmente cuando las cosas no andan bien. Por eso hay un mínimo no negociable que expresamos como mensaje desde Bolivia y otras latitudes: no dar cabida al fascismo, al autoritarismo y a las viejas recetas que prometían la modernidad y dejaron más bien atraso y pobreza. 

Después del debate, quedó en evidencia aquella sospecha que se fue abriendo paso con el discurrir de la campaña, el libertario no es más que un personaje inestable, bravucón y carente de propuestas solventes. Tal vez por eso existen denuncias de plagio respecto de su última publicación, lo que provocó que Massa le dijera que por eso no podía utilizar sus referencias. Lo cierto es que Milei perdió el debate, ahora falta que pierda las elecciones. Eso depende de muchos otros factores, pero si el equipo de campaña de Massa utiliza hábilmente este resultado, su objetivo de ganar puede finalmente consolidarse. De allí en más, nos toca debatir sobre las cuestiones de fondo planteadas en los primeros párrafos de este escrito, para entender el fenómeno Milei en un contexto más global ante la crisis del capitalismo y su ofensiva en marcha.  

*Sociólogo boliviano y militante de Columna Sur 

miércoles, 8 de marzo de 2023

EL IMAGINARIO DE LA JUSTICIA SOCIAL

 Por: Mauricio Bustamante Rivero

La cultura podría condensarse en tres elementos (sin restringir el debate sobre otros más). Por un lado, la identidad que tenemos, las raíces y los sentidos estéticos y políticos sobre nuestra vida personal y colectiva. Lo segundo, se basa en el conjunto de habitus que nos han socializado, los estereotipos que reproducimos, las maneras en las que interactuamos con las demás personas. Y lo tercero, es nuestro imaginario social, la conciencia colectiva o cosmovisiones que ingresan en pugna en la sociedad. Un componente transversal a los tres elementos citados, nos muestra que en todos los campos hay relaciones de poder, grupos sociales antagónicos. Por tanto, la cultura no es sólo un campo de trabajo sino un espacio de lucha y de profunda intervención y compromiso social. 

Partiendo de allí, en Bolivia no solamente hablamos de cultura, sino de culturas, de múltiples identidades y también sobre la necesidad de construir la interculturalidad; pero la interculturalidad es algo que tiene que ver con las relaciones de poder. No es lo mismo ser una mujer u hombre indígena a no serlo, de ahí que por muchos años en América Latina y se ve hoy todavía, el trabajo suele estar racializado, por eso la economía y la cultura nunca pueden pensarse por separado, desde el trabajo doméstico, los trabajos manuales e incluso en las actividades económicas donde algunos sectores indígenas logran grandes ingresos, lo hacen en en los espacios subalternos del capitalismo. En el caso de las mujeres, como lo recordaba Domitila Barrios Chungara, en Bolivia puede haber un feminismo burgués con una mirada liberal, como también un feminismo comunitario o un feminismo marxista, que más bien parten de evidenciar que hay un componente de clase y otro de etnia que no se deben perder de vista en las luchas contra las desigualdades y los sistemas opresores que las reproducen. 

La cuestión es que los habitus heredados han hecho que reproduzcamos un conjunto de prejuicios. Fuimos educados para negar nuestras raíces, para menospreciar nuestra diversidad, para medir con diferentes varas a la gente, provocando la exclusión social de los sectores indígenas, de los sectores populares, de las mujeres, de las juventudes, e incluso de las niñas y niños (baste recordar la cancelación del año escolar el año 2020). Fuimos educados de forma sexista/machista y tendemos a reproducir lógicas donde se discrimina y oprime a las mujeres, son un conjunto de ideas que no han contribuido a promover una buena sociedad, como lo corroboramos a diario por la violencia, la trata y tráfico, las violaciones y los feminicidios con sus terribles consecuencias. 

Probablemente, el problema radique justamente en los imaginarios en pugna. Si tenemos una cosmovisión donde prima la idea del progreso social basada en el individualismo y la acumulación de capital, entonces no nos va a preocupar la situación de los sectores excluidos, pensaremos que la mano invisible del mercado equilibrará en algún momento las cosas (ya van siglos sin que ocurra) y nos abriremos camino a machetazos, a costa de las y los demás. Ante esa visión del mundo y las consecuencias que trae, surgieron históricamente las y los aguafiestas sociales, quienes muestran la gravedad de la situación y se convierten en cómplices de las utopías, plantean otro mundo posible, visión que se ha materializado en movimientos políticos contestatarios al sistema capitalista y ahora al sistema patriarcal, aunque todavía con muchas limitaciones. Sin embargo, este otro imaginario se basa en la justicia social, es decir, en la reivindicación de los derechos de los sectores históricamente excluidos, en la denuncia de la inequidad económica respecto de los flujos del capital en el mundo contemporáneo, la llamada redistribución económica donde todas y todos pueden vivir bien y con dignidad. Pero como cualquier acontecimiento sólo puede ser entendido de manera relacional, debemos trabajar en nuestros imaginarios, en los estereotipos y en nuestras conductas. Esa es la contradicción inherente a la cultura, nacemos para ser producidos y producidas en un contexto, pero también podemos en un determinado momento, optar por producirnos a nosotros mismos. Como diría Víctor Vich, somos producidos como sujetos por algo que nos antecede, pero también somos capaces de producir y reinventar nuevas formas de vida. En consecuencia, el trabajo en cultura es para cuestionar los imaginarios que no están aportando al mundo, que incluso lo han puesto en riesgo mortal (cambio climático) y que ahora se cobran la vida de muchas mujeres víctimas de feminicidios u obligan a mucha gente a enfrentar procesos altamente complejos de precarización laboral. 

Son estos elementos los que hay que trabajar, son tensiones que tenemos que tener en nuestra vida diaria sobre nuestra propia conducta, son reflexiones profundas sobre nuestra misma esencia, ¿cuál es nuestro imaginario social y qué nos define como personas? ¿cuáles son las relaciones de poder en la sociedad? ¿cómo cambiamos desde casa, desde las instituciones y desde las calles? Las políticas culturales deben darse en todos los espacios públicos donde somos constituidos, debe producirse una autoconvocatoria amplia para seguir construyendo el cambio hacia un nuevo orden social, hacia una sociedad con mejores vínculos, más humanos y más justos. La tarea es difícil, pues implica superar las negligencias personales, las disputas corporativas que hoy son el pan de cada día y recuperar la claridad que es fundamental para avanzar.