jueves, 7 de enero de 2021

LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN EL LABERINTO CULTURAL BOLIVIANO

Por: Mauricio Bustamante Rivero*










Los distintos medios de comunicación informan hace varias semanas y con el morbo acostumbrado, sobre las peleas internas de los partidos políticos en Bolivia, que definen sus candidaturas subnacionales a través de conflictos, (des)alianzas, renuncias y también violencia.

¿Podemos escapar de la lógica de bandos para analizar estos hechos con mayor profundidad? Miremos todo esto con ojos críticos, con aquella mirada de vigía que reclamaba Marcelo Quiroga Santa Cruz, la que nos alerta sobre algún peligro y nos convoca a la acción.

Desarrollemos cuatro ideas básicas para sumergirnos en esta discusión. Primero, definamos de manera genérica pero esencial, que un partido político agrupa a muchas personas que comparten una manera de ver el mundo, vislumbran un horizonte común y buscan implementar sus postulados a través de la toma del poder. Segundo, a esta definición sumemos como aditamento, un conjunto de elementos importantes para estudiar a los partidos políticos: (i) ideología o programa; (ii) estructura orgánica; (iii) capacidad de expansión territorial; y (iv) institucionalización.

Tercero, sobre la base de estos elementos, analicemos la teoría y su contraste con la realidad. La ideología, el programa o la visión de país que tiene un partido político, es su principal característica y establece su 'idea original', marca el 'instinto colectivo' de nacimiento de su estructura social. Coloquemos un ejemplo sobre la importancia de este punto. El MNR del 52 desarrolló una tesis política brillante con Carlos Montenegro, que consideraba esencial la nación como principio elemental de la lucha anticolonial contra el sometimiento a potencias extranjeras. Esa fue una idea fuerza que marcó una época histórica en Bolivia. Pero, le sobrevino un tiempo de condensación e inflexión, que propició un cambio de timón por parte del MNR, que en 1985 promulgó el Decreto Supremo 21060, generando un conjunto de medidas antipopulares como la relocalización, los despidos masivos y la informalidad de la economía boliviana (vigente hasta nuestros días). Este cambio de ideología afectó al partido y ocasionó su división en diversas facciones; pero a la larga, fue un factor decisivo para que ingrese en un franco proceso de desgaste y decadencia. Sencillamente, se volvió un partido sin credibilidad, histórico pero incongruente, y esa incoherencia fue su cruz.

Pero la ideología del partido no se sostiene sola, requiere de una estructura orgánica. Ahí es donde nacen instancias de deliberación y decisión como el congreso, la asamblea general, el ampliado, el comité central, las comisiones, las células, los frentes, las reuniones, etc. El trabajo de la estructura es mantener a toda la militancia organizada y consciente de la ideología, procurando ampliar la presencia del partido territorial y sectorialmente. Para lograr eso es importante que la estructura funcione disciplinadamente y despliegue procesos de formación política serios y permanentes, que a su vez promuevan nuevos liderazgos capaces de seguir con el trabajo de cualificar a la organización, brindándole un sentido de relevancia, trayectoria e institucionalización.

Uno de los problemas más álgidos de este proceso surge cuando existe una desconexión entre la ideología y la acción política de la militancia, precisamente cuando se logra un determinado espacio de poder. Allí surge otro componente significativo del partido, el 'instinto selectivo' que es el interés por mantener un espacio de poder más allá del programa o 'instinto colectivo'. Dicho de otro modo, surgen intereses sectoriales y pugnas porque nadie quiere quedarse sin un pedazo de la torta, convirtiendo el poder en un fin y no en un medio para transformar la sociedad. Este aspecto es igualmente riesgoso para un partido político, porque si la ideología o savia no se transmite a toda la estructura, permitiendo elegir a las y los mejores cuadros sin disputas corporativas o componendas de pasanaku, y promoviendo una acción política más sustantiva, el poder va a corromper al partido y el éxito político será algo pasajero.

¿Pero cómo crece o se expande un partido? Es el efecto de un buen trabajo político, de una gestión pública exitosa y de un proceso coherente de comunicación política. Empero, el riesgo de crecer sin tomar en cuenta la formación política y la disciplina de la estructura orgánica, ocasiona que ingresen personas que terminan distorsionando la ideología y actúan en función a sus intereses. Por eso es vital tener una idea clara si se quiere que lo sustancial esté por encima de lo superficial. Y, si bien la ideología tiene sus propios prolegómenos, precisamente porque se basa en distintos modos de ver el mundo, es importante situarla mirando e interpretando correctamente la realidad social, para que la militancia pueda acercarse y vivenciar más las preocupaciones de la gente, con el objetivo de resolver sus problemas más apremiantes desde un enfoque estructural.

Finalmente, asumamos una crítica hecha por Sergio Almaraz hace 56 años, que establecía que las diferencias entre política y violencia se habían borrado en el país: “Si la violencia es un pozo profundo del que para salir hay que hacer un relleno de vidas, los bolivianos estamos acercándonos peligrosamente a la negra boca”. En otro escrito, sentenció que el racismo y la intolerancia eran rasgos definitorios del atraso social y cultural de Bolivia.

El año pasado hubo un golpe de Estado, sentidas masacres y estuvimos bordeando el límite de una guerra civil. ¿Seguiremos otros 56 años en este laberinto cultural? ¿O cambiamos la educación, la cultura e insistimos en la formación antes que en la degeneración?.

*Militante de Columna Sur

miércoles, 6 de enero de 2021

ELECCIONES SUBNACIONALES Y TERRITORIALIZACIÓN DEL PODER

Por: Gudnar Fernández*

La democracia en Bolivia se recuperó el año pasado con la fuerza del voto del pueblo boliviano, un pueblo que resistió y luchó contra el golpe de Estado cívico militar y empresarial. La victoria se alcanzó por la firmeza del “Bloque Social Popular”, que durante once meses resistió la persecución, el racismo, la discriminación y la represión de los grupos paramilitares y de corte fascista, principalmente en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. Por ello, la unidad del bloque popular debe mantener un carácter nacional y la claridad ideológica de saber identificar al adversario político, que hoy espera agazapado para tratar de recuperar terreno en las elecciones subnacionales.

A la luz de los acontecimientos, queda claro que en las elecciones nacionales, Camacho pretendía consolidar su bancada nacional para luego negociar y materializar un bloque político de extrema derecha en el oriente boliviano. Por eso su prioridad actual es la lucha por mantener el poder hegemónico de clase en su territorio, lo que conlleva una gran pelea territorial con diferentes logias cruceñas. Y, por otro lado, apertura un espacio de polarización y lucha ideológica con el movimiento popular.

Asimismo, en otros departamentos del país, la derecha boliviana no tiene otro camino que atrincherarse en sus regiones buscando hacer lo que mejor saben: organizarse y conspirar con cúpulas oligárquicas para tratar de captar los gobiernos locales de las Entidades Territoriales Autónomas. Han asimilado que su derrota el 18 de octubre, significó un golpe duro a sus intereses de sector y de clase. Por ello recurrirán nuevamente a sus viejas armas: la demagogia, la mentira y la prebenda como mecanismos para captar votos. Al frente, el “Bloque Social Popular”(sujeto colectivo heterogéneo) que depositó su confianza en el MAS a nivel nacional, deberá mantener la unidad, la unidad y la unidad. Pero la unidad debe promoverse a partir de un acuerdo programático, es decir, a partir de propuestas de cambio que sean trascedentes para resolver los problemas de la gente en cada territorio, y mostrando que se tienen candidatas y candidatos con ética pública, principios y visión estratégica para superar las crisis que vivimos.

La lucha se trasladó a cada territorio y tiene un marco de discusión profundamente ideológico. La tarea es impulsar el proceso de formación política e ideológica de las organizaciones sociales y populares, para que encarnen las propuestas de transformación al servicio del pueblo, que debe ser quien gane en las próximas elecciones subnacionales.

*Militante de Columna Sur Tarija