lunes, 8 de junio de 2020

George Floyd, en un escenario mundial adverso

Por: Marco Antonio Nina*


La muerte de George Floyd irrumpe en un contexto que aglutina factores políticos y sociales relacionados con el racismo y la discriminación. El COVID - 19 también nos genera un espacio de análisis ya que contrasta la realidad de quienes sufren de algún tipo de diferenciación. Por lo tanto, este texto busca proporcionar un marco de lectura y análisis que permita comprender por qué las manifestaciones de #Antifa y #BlackLivesMatter son sistemáticas en el mundo.

La llegada al poder de Trump y Bolsonaro, como también el surgimiento de Vox en la esfera política, responde a que existen sectores de la población que encuentran afinidad con algunas características del fascismo, en principio: xenofobia, racismo y alguna forma de discriminación. No es coincidente que en esta configuración del escenario político mundial, estos gobiernos y partidos políticos encuentren apoyo en las clases medias (sobre todo clase media alta) y sectores de las élites sociales. Una vez estando en los balcones de la “democracia”, estos agentes políticos utilizan su discurso fascista para polarizar aún más con la población vulnerable (presos del consumismo y de las bondades tecnológicas que te alejan de la investigación) y radicaliza a los sectores afines. Algunos ejemplos: Bolsonaro “Estoy a favor de la tortura. Y el pueblo está a favor también”, “Hay que dar seis horas para que los delincuentes se entreguen, si no, se ametralla el barrio pobre desde el aire”; Trump “Pido el bloqueo completo y total a la entrada de musulmanes a EEUU”, sobre los nigerianos “Cuando llegan a EEUU, ya nunca más quieren volver a sus chozas”.

Por otra parte, están los gobiernos de Colombia, Ecuador, Argentina, Francia, Chile y Bolivia. Colombia, después de la firma del acuerdo de paz con las FARC, registró para diciembre de 2019, más de 173 y 303 asesinatos de exguerrilleros y defensores de derechos humanos y líderes sociales, respectivamente. Líderes sociales en defensa de sus comunidades, medio ambiente y en contra de actividades ilegales (ejemplo: minería). Ecuador, con las movilizaciones de transportistas e indígenas, estos últimos llegaron a tomar la Asamblea General de Quito, en contra de los paquetes económicos impuestas por el FMI. De la misma forma en Argentina, el neoliberalismo de Macri llevó al país a tener una tasa de pobreza del 40%, con medidas económicas de reajuste y la implementación de paquetes del FMI, que fueron una condición para acceder a créditos que al final se perdieron en la especulación financiera. Provocaron manifestaciones de jubilados y maestros, entre otros sectores. Francia, país con rasgos culturales de rebelión, el movimiento de los “chalecos amarillos” que en principio se fundamentaban en contra del aumento del precio del combustible, terminó desatando otras reivindicaciones sociales. Chile, el detonante de las protestas fue el aumento del precio del pasaje del metro, pero en el transcurso de los días se fueron sumando otras exigencias que respondían a múltiples problemas sociales (el alto costo de la vida,​ bajas pensiones, sistema de salud inaccesibles, y un rechazo generalizado a toda la clase política y al descrédito institucional acumulado durante los últimos años, incluyendo a la propia constitución de ese país). Durante las protestas de 2019 se registraron más 30 fallecidos y cientos de heridos. Bolivia, después de contar con un crecimiento económico sostenido, según organismos internacionales, y con una estabilidad política; el gobierno del MAS llegó después de 14 años, a su natural desgaste; pero dejando un escenario político histórico donde se hicieron realidad las demandas de la memoria histórica colectiva de los pueblos indígenas, campesinos y originarios generados por Julián Apaza (Túpac Katari) en el siglo XVIII, como primer elemento. Y como segundo elemento, tenemos la recuperación de la identidad nacional que se había perdido durante la época neoliberal. Estos dos elementos más el crecimiento de las clases medias, producto del crecimiento económico, van a configurar el escenario social y político de octubre y noviembre de 2019 (Senkata, Sacaba, Ovejuyo, Plan 3000, entre otros). El movimiento citadino denominado “pititas”, interpeló al gobierno del MAS exigiendo “democracia”. En respuesta, los movimientos populares salieron a defender las reivindicaciones alcanzadas en el marco de un sistema democrático vigente en Bolivia. Lo que no pudieron prever los bloques sociales en pugna, es que las fuerzas de seguridad del Estado asumirían un rol decisivo para perpetrar un golpe de Estado, y cuya resistencia popular dejó un lamentable saldo de 35 personas fallecidas, más de un centenar de heridos y más de 1000 personas detenidas.

En EEUU, el problema fascista y racial no es coyuntural, es histórico y de índole estructural. Nos basaremos en hechos sustanciales que generaron la indignación del mundo, buscando contrapuntear la falta de empatía y el silencio de las mayorías. En 1955, en el estado norteamericano regían “las leyes Jim Crow”, diseñadas para que los afroamericanos se sintieran inferiores y así mantenerlos marginados de la sociedad. En este contexto surgió el caso de Rosa Parks, la mujer negra que no cedió su asiento a un blanco en el autobús y que luego fue arrestada; pero desató un movimiento social contra el racismo sin precedentes. Otro caso, en 1962 James H. Meredith fue el primer estudiante universitario afroamericano en ingresar a una universidad (University of Mississippi); pero alcanzar ese hito no fue sencillo producto de la resistencia racista del gobernador y de los estudiantes.  Lo mismo ocurrió en 1963 en Alabama, el gobernador George Wallace en un intento simbólico de respetar su promesa −al asumir su cargo− de "segregación ahora, segregación mañana y segregación por siempre" y detener los procesos de desegregación en las escuelas, se paró en la puerta del auditorio para intentar bloquear la entrada de dos estudiantes negros, Vivian Malone Jones y James Hood. Uno de los casos más violentos es el del taxista Rodney King en 1991, que fue brutalmente golpeado sin ninguna culpa por policías que al final salieron absueltos. Rodney King fue encontrado muerto, en el 2012 en circunstancias sospechosas.  Estos hechos entre otros (Tamir Rice, Ahnayd Arbery, Atatiana Jefferson, Walter Scott, Tayvon Martin, Breonna Taylor) contrastan lo que ocurre en el día a día en EEUU, muchos de ellos lejos del conocimiento público.

Los hechos raciales en el mundo sufren algún tipo de discriminación e impunidad por parte de las instituciones de justicia, logrando reproducir aún más hechos violentos e injustificados. Ahora, en contravía al sentido de humanidad de las comunidades, la pandemia está siendo aprovechada por los súper ricos para ahondar la ultra-concentración de la riqueza. En esa labor están numerosos gobiernos en Latinoamérica y en el mundo, gobiernos extremistas y ultraconservadores como los de Colombia, Chile, Brasil, Bolivia, Ecuador, El Salvador. Las sociedades del mundo en algunos casos están aprendiendo a ser solidarias; pero en otros casos, la falta de empatía está signada en señalamientos y perjuicios en contra de las personas que viven en función de sus ingresos diarios y que, con desesperación, salen a buscar el pan de cada día; por otra parte, los sistemas de salud resultan inaccesibles para la mayorías y en algunos casos los hospitales priorizan la atención de personas blancas, con preferencia que no sean adultos mayores, y dejan para el último a los infectados negros y a los ancianos, para no gastar esfuerzos en algo perdido (como en EEUU, Brasil e Italia).

Éste es el contexto que configura los escenarios políticos y sociales del mundo donde un sistema desgastado profundiza desigualdades e injusticias. Lo que estamos viendo desde ya es solo el preámbulo de lo que muy probablemente será la “nueva normalidad”. Arbitrariedad estatal e institucional, abuso policial y militar por doquier, en el seno de algunas sociedades distantes de valores humanos que parecen aceptar la violencia y una suerte de distinción de muertos de primera y de segunda. Desde ya se ha implantado en muchos lugares un “Estado de hecho” en suplantación de uno de “Derecho”, lo cual nos recuerda en un punto que capitalismo y democracia son antagónicos. En medio del caos general desatado por la actual pandemia, el propio Secretario General de la ONU ha denunciado esta alarmante situación, sin tener mucha repercusión. Y claro, era de esperar esta respuesta del sistema ya que el capitalismo transpira violencia, desde su nacimiento, desarrollo y expansión. Y nada parece indicar que sus belicosas élites vayan a ceder su rol protagónico a través de un tranquilo suspiro.

Por lo tanto, la muerte de George Floyd resulta ser otro hecho lancinante, en una actualidad, que exacerba la indignidad del mundo. En este punto convergen problemas que a lo largo de la historia del capitalismo se volvieron insostenibles en el tiempo. Hoy vemos y escuchamos a los negros que sufren el peso de la injusticia deshumanizante y la herida abierta del racismo que se ha estado pudriendo durante siglos y en donde debemos evitar pasos en falso, como ser: “guardar silencio” ante las injusticias, si eres neutral en las situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor;  evitar “estar a la defensiva”, no reconocer un hecho indignante buscando evidencia que legitime la violencia provocando que los miembros de grupos objetivo se sientan aún más alienados. Entendamos que los comentarios sobre las desigualdades sistémicas no son ataques personales; y por último, evitar la “sobregeneralizacion” de hechos aislados que desvirtúen una realidad existente (Racismo).

Por ende, el enfrentamiento ineludible tiene un nombre: revolución. En este tiempo la revolución tiene un prólogo cultural porque será necesario derribar espesos muros de ignorancia y prejuicios que son la primera línea defensiva del capitalismo. Habrá que derrotar la coerción ideológica mediática y cultural del capitalismo.

Recordemos que revolución es “sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas” Fidel Castro, discurso en la Plaza de la Revolución, La Habana, 1 de mayo del 2000.

*Militante de Columna Sur

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